martes, 23 de agosto de 2011

4.6. Sujeto y emociones

4.4 Exclusión de la subjetividad

Caso Gennie, la niña salvaje

Ver video:
https://www.dropbox.com/s/gnd5ocelizjvion/Contacta%20Psic%C3%B3logos%20Genie%20la%20ni%C3%B1a%20salvaje%20%28%20documental%20completo%29.avi?dl=0



4.3. Contradicción y conflicto

El pensamiento: lo social y lo subjetivo

Aguilar, Cerón, Ortega (2009).

Lacan señalaba e increpaba a los analistas diciendo que era mejor renunciar si no se podía unir a la práctica el horizonte de nuestro tiempo. Tiempo incierto y paradójico donde lo obsceno y lo posible marcan modos de ser y estar en el mundo. En el tiempo actual vemos como nuestra modernidad muestra, con el consabido impacto de los medios de difusión, la multiplicación del discurso neoliberal que, desnaturalizando la categorías, ha poblado los diversos ámbitos de lo cotidiano en una imagen de pluralización problemática remitida siempre a los individuos. El estado moderno, concebido más como una dirección de empresarios procede a deshacerse de manera paulatina de su responsabilidad en la gestión pública y el bienestar de sus ciudadanos. Hoy más que nunca el problema de los individuos parecen ser de su propia y exclusiva incumbencia. Incumbencia, por cierto, problemática, carente de sentido, que va a retornar a la religión en espacios, como el educativo, tradicionalmente cargados de laicidad y sentido crítico.

Lo 

4.2. Lógica moderna

4.1. Desaparición del contexto social

Tema 4. La desaparición del sujeto

3.6. Habilidades y estrategias

LA TEORÍA DE LAS INTELIGENCIAS MÚLTIPLES DE HOWARD GARDNER

Howard Gardner es uno de los más importantes neuropsicólogos de la actualidad.Sus más de 20 años de investigación en la universidad de Hhoward_gardnerarvard, investigando primero el cerebro con daños físicos y luego procesos sobre creatividad y otras funciones mentales, le han conducido a elaborar una hipótesis de trabajo e investigación que ha denominado de Las Inteligencias Múltiples.
Parte de considerar a la Inteligencia como una habilidad general que se encuentra en diferente grado, en todos los individuos. Constituye la clave del éxito en la resolución de problemas. Esta habilidad puede medirse de forma fiable por medio de tests estándares que suelen predecir el éxito escolar.
Pero esto concepto resulta limitado en su extensión. La crítica fundamental que plantea Gardner pasa por preguntarse ¿qué ocurre una vez que finaliza el periodo escolar y universitario?. Entonces se constata que muchas personas que habían presentado bajas puntuaciones y dificultades en su rendimiento académico, triunfan en su vida profesional y social y,por el contrario, otras personas que habían experimentado éxito en su periodo de estudios no logran destacar o incluso fracasan.
A partir de aquí concluye que el constructo clásico sobre “Inteligencia” no logra explicar grandes áreas de la actividad humana.Se impone pues, iniciar la formulación de nuevos constructos que puedan ser sometidos a investigación y validación para contrastar lo que sucede en la vida real.
BASES DE SU TEORÍA:
  1. Su teoría se organiza a la luz de los orígenes biológicos de cada capacidad para resolver problemas.Sólo se tratan las capacidades que son universales a la especie humana.
  2. Aunque teniendo presente que estas tendencias biológicas se desarrollan según el entorno social y cultural concreto en el que se cría el individuo.
  3. Cada inteligencia debe poseer una operación nuclear identificable, o un conjunto de operaciones .Como sistema computacional basado en las neuronas,cada inteligencia se activa o se “dispara” a partir de ciertos tipos de información presentada de forma interna o externa.
  4. Una inteligencia debe ser también susceptible de codificarse en un sistema simbólico: un sistema de significado, producto de la cultura, que capture y transmita formas importantes de información.(El lenguaje,la pintura, las matemáticas son tres sistemas de símbolos prácticamente mundiales,que son necesarios para la supervivencia y la productividad,p.ej.).
TEORÍA DE LAS 7 INTELIGENCIAS:
1. Musical: La música es importante en las sociedades humanas desde el Paleolítico y hay numerosos datos que pueden avalar empíricamente la existencia de dicha inteligencia (hay lesiones cerebrales -sobre todo en el hemisferio derecho- que provocan “amusia” o pérdida de habilidad musical).
2. Cinético-Corporal: Facilita el control del movimiento corporal, la resolución de problemas motores y el análisis biomecánico de los gestos propios y ajenos. La existencia de la apraxia como merma de la capacidad de realizar movimientos voluntarios puede resultar dañada, si se daña la corteza motora situada en el hemisferio opuesto al lado dominante en la lateralidad humana.
3. Lógico-matemática: Tiene una naturaleza fundamentalmente no verbal.Junto a la capacidad lingüística,ha saturado las pruebas tradicionales que evaluaban el CI..Hay ciertas zonas del cerebro especializadas en estas funciones.La literatura científica ilustra ejemplos de “sabios idiotas” o personas capaces de realizar prodigios de cálculo que luego resultaban deficientes en su vida diaria. Piaget y otros han investigado profundamente este aspecto.Inteligencias multiples
4. Lingüística: Sabemos que hay un área específica (el área de Broca) que es la principal responsable de las oraciones gramaticales.Una persona con esta área lesionada puede presentar una afasia que le impida su normal desarrollo o desenvolvimiento. El don del lenguaje es universal y su desarrollo en la infancia similar en todas las culturas.
5. Espacial. Es una inteligencia muy presente en el arte, el diseño o ciertas profesiones técnicas -incluso en el ajedrez. Su sede principal radica en el hemisferio derecho (las lesiones en la región posterior derecha provocan daños en la habilidad para orientarse en un lugar , para reconocer caras o escenas o para apreciar pequeños detalles). Es importante distinguir entre inteligencia espacial y percepción visual (tal y como se puede apreciar en personas ciegas,p.ejemplo).
6. Interpersonal. Tiene que ver con capacidades como la empatía y la conducta prosocial así como con la precisión en la percepción social y la resolución de problemas de interacción con nuestros semejantes. Nos permite establecer distinciones en la conducta ajena (estados de ánimo,motivaciones, intenciones…). Parece que los lóbulos frontales juegan un papel muy importante en el conocimiento interpersonal. Por otro lado, la prolongada infancia de los primates y su estrecha relación con su madre y la importancia relativa que tiene la interacción social para los humanos , avalan la existencia de este tipo de inteligencia.
7º.-Inteligencia intrapersonal: Permite el conocimiento de los aspectos internos de nosotros mismos. Nuestros estados emocionales, nuestros procesos metacognitivos… Existen alteraciones tales como la “alexitimia” que supondrían un fuerte deterioro a este nivel. Su sede se encontraría fundamentalmente en los lóbulos frontales , en la región parietal.
IMPLICACIONES EN ORIENTACIÓN EDUCATIVA DE LA TEORÍA DE GARDNER.
Hay que puntualizar que el propio Gardner le atribuye un mero rango de hipótesis a su modelo.Y lo valora fundamentalmente como una vía para la investigación y la respuesta a nuevas preguntas y fallos que los modelos clásicos de inteligencia dejan sin respuesta.
1º.-Todos poseemos dichos tipos de Inteligencias, pero destacamos más en unas que en otras.
2º.-Es importante que los adultos que rodean a los niños detecten precozmente las inteligencias para las que están más dotados con una doble finalidad:
  • A).Formar y complementar las otras inteligencias con capacidades y conocimientos suficientes para su desenvolvimientoen sociedad.
  • B).Estimular e incentivar aquellas en las que tienen más capacidades innatas para :
    • Incrementar sus aspectos motivacionales
    • Fomentar el autoconcepto del niño/a
    • Acelerar su aprendizaje y logros.
3º.-La evaluación de estos tipos de inteligencia plantea nuevos retos a la investigación científica. Además de los modelos clásicos de tests, habrá que orientarse por otras técnicas alternativas tales como : La Observación, el Juicio de Expertos, el Portafolios y la Evaluación Cruzada.
4º.-Además de complementar todos los tipos de inteligencia, habrá que estimular especialmente aquellos en los que el niño/a está más dotado.Para esto resulta importante, permitirle al alumnado la exposición a múltiples experiencias educativas y de aprendizaje -en un ambiente lúdico- relacionadas con los diferentes tipos de inteligencia, para que el niñ@ pueda experimentar y descubrir sus principales capacidades e inclinaciones.
5º.-Esto supondría ampliar el currículum, incrementando las posibilidades de exploración y posterior desarrollo especializado según los alumnos.
6º.-Gardner propone la creación de un especialista que actúe como gestor de información que pueda asesorar al orientador en los procesos de asesoramiento al alumnado y familias.
7º.-Gardner insiste en un proceso de “desinstitucionalización” de la educación. Fomentando más la interacción del alumnado con agentes externos a la escuela expertos y especialistas en determinados tipos de inteligencia, como parte de su actividad educativa.En cierta medida nos puede recordar propuestas de Ivan Illich en los años 70.Los servicios de orientación se encargarían de gestionar y seguir las prácticas que este alumnado haría en ese medio externo, y facilitar la evaluación y posterior toma de decisiones del alumnado; así como el posterior diseño de su currículum a lo largo de su proceso de escolarización.
8º.-Gardner estima que el incremento económico que supondría el adoptar estas directrices educativas estaría en torno a un 10% más, respecto a lo que ahora se invierte en educación. Pero por otro lado,considera que socialmente sería altamente rentable al reducir muy significativamente el fracaso escolar y permitir una más acertada gestión de nuestros recursos humanos como sociedad, a la vez que se potencia una sociedad del conocimiento.
8º.-Actualmente, dirige numerosos proyectos piloto de investigación en EEUU, muchos de ellos coordinados a través de la universidad de Harvard.

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SENTIDO DEL ASESORAMIENTO INDIVIDUALIZADO EN EL PROCESO EDUCATIVO.
Aunque es cierto que en ocasiones puede ser posible y adecuada una orientación grupal,sin embargo el verdadero sentido de la educación consiste en dirigirse al individuo en concreto para desarrollar al máximo sus potencialidades,por lo que es necesario que el asesoramiento se dirija fundamentalmente a cada persona determinada.
El Consejo tiende a centrar su labor en aquella persona que precisa una ayuda individual e intensiva en su problemática personal,psicológica,académica y/o relacional.Este tipo de relación se puede entender como acción de guía (guidance) o de asesoramiento (counseling).Pero se puede observar que,ambas se basan en una relación personal del orientador con el orientado.
La Orientación en el recorrido curricular del alumno.
Como Lázaro afirma,el currículum es el conjunto de dominios formativos,como expresión de las intencionalidades educativas; por lo tanto,no sólo engloba los contenidos de los programas de las asignaturas y materias,sino el conjunto de experiencias que se ofrecen y realizan ,previstas o espontáneas ,en el contexto y ambiente de un centro educativo.
Rodríguez Espinar,reivindica la necesidad de especificar adecuadamente un currículum propio para la orientación educativa.Por otra parte,el currículum puede ser definido también como el ambiente educativo que se atraviesa durante un itinerario (el transcurso del proceso educativo).
Esta concepción de "recorrido curricular" permite obtener varias consecuencias:
  1. Existe un punto de partida conocido(diagnóstico de las necesidades del alumno y su contexto).
  2. Se tiene referencia de un punto de llegada ,concebido como meta.
  3. Se mantiene la pretensión de recorrer el camino entre ambos puntos.
  4. Se especifica los pasos a seguir para llegar a dicha meta (habilidades,destrezas,conocimientos, actividades,etc).
  5. Se preven los medios y recursos para lograrlo.
  6. Se pretende controlar el desarrollo del trayecto, (evaluación del proceso).
Se puede concluir que una intervención educativa a la hora de decidir vocacionalmente evitaría en la mayoría de los casos que la decisión fuera tomada a última hora,o que otras personas la tomaran en vez del interesado.Es por consiguiente,esencial capacitar al estudiante para que sea el agente de su propia elección o decisión.
Papel del profesorado.
Como afirma el documento del MEC,"Orientación y Tutoría": "A través de la docencia en todas y cada una de las áreas,los profesores pueden y deben dar oportunidad a los alumnos de tomar contacto con conocimientos,destrezas,actitudes…que contribuyan a definir determinados ámbitos profesionales y, por consiguiente,a orientarles en tales ámbitos.
No es posible separar la función orientadora de la función docente.Por tanto, todo profesor asumirá explícitamente, en el desarrollo del currículo escolar, y desde su responsabilidad en su área concreta,aquellos aspectos prácticos de la misma que pongan de relieve el significado de cada materia en el ámbito profesional.

3.5. El problema de la creatividad

Lee estas diapositivas sobre el tema: El concepto de creatividad

Ahora lee el siguiente capítulo de libro: La investigación, entre la creatividad y la invención

del libro: Aportes de la investigación educativa al mejoramiento de la calidad de la Educación

Resumen: Análisis sobre el proceso creativo en la praxis investigativa y la invención. Se toma como eje de análisis el caso real del profesor investigador Robert Kearns, personaje principal de la película Flash of a genious; inventor estadounidense del limpiaparabrisas intermitente.

Metodología: Análisis de contenido. Editorial: Cenid, pag- 155- 164


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Familia Kearns



3.4. Estrategias cognoscitivas

3.3. Formas de organización

3.2. Procesamiento de información

3.1. Contexto e información

Tema 3. Mecanismos de apropiación de la información

2.5. Aprendizaje significativo

Lee la siguiente lectura del fundador de la teoría del Aprendizaje Significativo, David Ausubel.

Para descargar la lectura presiona este link: https://sites.google.com/site/educacionpsiclinica/my-forms y busca la lectura con ese mismo nombre.

2.4. Modelos computacionales

La modularidad de la Mente

Jerry Fodor

Actividad no. 1
Control de lectura

Instrucciones: Contesta lo siguiente
Valor: 10 pts.

1. Explica, ¿a qué se refiere Fodor cuando habla de la modularidad de la mente? ¿qué entiende por módulo?     ¿cómo concibe la mente?
2. Explica, ¿qué les critica Fodor a Pinker y Plotkin específicamente?
3. Explica qué es el darwinismo psicológico?
4. Explica a qué se refiere Fodor cuando dice que el darwinismo psicológico es una teoría de conspiración?
5. Explica ¿qué lugar le da Fodor a la cultura?
6. ¿Identificas alguna contradicción en los argumentos que establece Fodor al concebir la mente como modular? Explica cual (es):


J. E. Garcia-Albea Fodor y la modularidad de la mente (veinte años después)

José E. Garcia-Albea
 Universidad Rovira i Virgili

En el amplio panorama bibliográfico de las ciencias cognitivas, es difícil encontrar una obra que haya sido mis citada, comentada y discutida que el libro The Modularity of Mind (en adelante, MM), publicado por Jerry Fodor en 1983 (con traducción española de 1986). Detenerse a examinar el impacto de MM en estos veinte años conduce, de forma casi inevitable, a hacer un balance de 10 que ha sido la propia investigación cognitiva durante este Último periodo. Dicha tarea, realizada con la extensión y el rigor apropiados, desbordaría con mucho los limites sugeridos para este comentario. Me conformaré, por ello, con atender a un par de aspectos que me parecen importantes. En primer lugar, me interesa destacar el lugar que ha ocupado MM en la obra de Fodor, y cómo se conecta la idea de modularidad con otras facetas de la visión fodoriana de la mente cognitiva. En segundo lugar, y mirando más hacia el futuro, trataré de mostrar hasta qué punto se puede seguir considerando MM como un programa abierto de investigación y cuáles son algunas de las principales cuestiones pendientes de solución.

Una mirada hacia el pasado: la modularidad en contexto 

Cuando se publicó MM hace veinte años, hacia veinte años que Jerry Fodor se habia incorporado al MIT y, atraído por el trabajo de Noam Chomsky, participaba de forma destacada en el cambio paradigmático que se estaba produciendo más o menos simultáneamente en la lingüística, la psicología y la filosofía de la mente. La convergencia de intereses de estas disciplinas; junto con las aportaciones de las ciencias de la computación y de la neurociencia, contribuirían a configurar el ámbito interdisciplinar de la ciencia cognitiva. En este clima innovador, Fodor desarrolla una amplia labor en varios frentes: la reflexión filosófica sobre el nivel propio de la explicación psicológica ante los intentos reduccionistas; la reivindicación de la psicología del sentido común y las actitudes proposicionales; sus primeras aproximaciones al problema del significado, en el contexto de las relaciones entre pensamiento y lenguaje; la fundamentación y desarrollo de la hipótesis del lenguaje del pensamiento (mentales), pieza clave de la teoría representacional/ computacional (RIC) de la mente; y, ya en el campo de la investigación empírica, la puesta en marcha de un amplio programa de psicolingüistica experimental, referencia obligada para entender los desarrollos posteriores de este campo de estudio en el marco de la psicologia cognitiva y la lingüística generativa.

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Con estos antecedentes, la aparición de MM, que se presentaba como <un ensayo sobre la psicología de las facultades>, podía resultar a primera vista algo desconcertante. Y no tanto por lo que pudiera tener de sorprendente o novedoso (de hecho, había ya unas cuantas líneas de investigación cognitiva que apuntaban en esa dirección), sino mis bien por la contundencia de sus planteamientos y por sus implicaciones teóricas y metodológicas: suponía, entre otras cosas, un cambio de perspectiva en el propio pensamiento fodoriano, aparentemente desligado de su obra anterior. No es de extrañar, por tanto, que provocase reacciones contrapuestas y no pocos malentendidos (cfr., por ejemplo, el debate incluido en Fodor, 1985, para valorar las primeras reacciones).

El cambio de perspectiva que adopta Fodor en MM consiste, antes que nada, en pasar de una consideración panorámica y, en cierto modo, generalista de la mente cognitiva -sobre sus rasgos fundamentales de intencionalidad y capacidad computacional- a una visión más pormenorizada, a pie de obra, que trata de establecer las demarcaciones oportunas entre los supuestos componentes de la arquitectura mental. Este cambio de óptica le lleva, asimismo, a detectar los excesos a que conducía el enfoque interaccionista que había predominado en la investigación cognitiva -el estilo del <New Look>   impulsado por Bruner (1957, 1973)-, en el que el mismo Fodor se había sentido atrapado en algún momento y donde se ponía el énfasis en la influencia generalizada de los procesos descendentes (<topdown>), la continuidad entre la percepción y el resto de la cognición y, en último término  en una consideración homogeneizadora de la mente cognitiva, tratada principalmente como un sistema de cómputo de propósito general. Frente a este estado de cosas, y atendiendo a la evidencia contraria que venían proporcionando los estudios mis recientes de la percepción visual (Marr, 1982; Ullman, 1979), el procesamiento del lenguaje (Forster, 1979; Frazier y Fodor, 1978; Liberman, 1982; Swinney, 1979) o de la propia neuropsicologia (Caplan, 1980; Caramazza y Zurif, 1976; Marshall, 1980), Fodor plantea en MM la posibilidad (y plausibilidad) de una propuesta alternativa, desarrollando sus principales líneas directrices. En este sentido, Fodor concibe MM como el esbozo de un programa investigador de largo alcance, basado en la distinción fundada entre dos tipos de componentes de la arquitectura mental: los sistemas modulares y los no-modulares (centrales). Las características propias de unos y otros determinarán, en buena medida, las previsiones sobre los limites precisos de dicho programa de investigación.

De forma resumida, se puede decir que, por una parte, MM enlaza de forma natural con la obra previa de Fodor, en la medida en que comparte el nivel funcional propio de la explicación psicológica (Fodor, 1968), asume el realismo intencional de las atribuciones mentales (Fodor, 1981) y mantiene la caracterización simbólico-computacional de los sistemas cognitivos, sean o no modulares (Fodor, 1975). Pero, por otra parte, es indudable que MM supone un paso adelante con respecto a sus trabajos anteriores, un avance realmente novedoso que va a reflejarse de modo palpable en el desarrollo posterior de su obra. Me extenderé un poco más en este punto, tratando de ver lo que ha supuesto MM, dentro de la obra de Fodor, en estos últimos veinte años.

A partir de la publicación de MM, Fodor va a dedicar buena parte de su obra a dos asuntos principales: por un lado, a profundizar en los contenidos de MM y sus implicaciones teóricas y metodológicas para el estudio de la arquitectura mental; por otro lado, a abordar de forma decidida el problema de la intencionalidad -propiedad básica de lo mental-, mediante la elaboración de una teoría del significado de especial relevancia para la explicación psicológica. Ambas empresas tienen, en principio, motivaciones diferentes y se desarrollan por caminos relativamente distantes (la primera se plantea como una cuestión empírica, sujeta a los dictámenes de la investigación psicológica; la segunda tiene mis que ver con la argumentación filosófica y el análisis metateórico); sin embargo, y esto es de gran interés, el propio Fodor se encargará en más de una ocasión de establecer las conexiones oportunas entre ellas y mostrar su convergencia en una teoría integrada de la mente cognitiva.

La arquitectura mental que propone Fodor esta constituida por tres tipos de componentes: los transductores (sensoriales y motores), los sistemas modulares (de entrada y de salida) y los sistemas centrales. Los primeros hacen de interfaz de la mente con el mundo exterior, mediante una interacción puramente física (no-computacional) que suministra, o se ve promovida por, códigos informativos computacionalmente aptos, directamente ligados a propiedades <proximales> del estimulo o la respuesta. Los segundos son ya sistemas de cómputo, que procesan información (realizan inferencias) en un ámbito relativamente restringido y de forma relativamente autónoma (encapsulada, obligatoria, rápida, etc.). Y los terceros, conectados a los anteriores por sus representaciones de salida o entrada (en el caso de los módulos de entrada o salida, respectivamente), son sistemas de cómputo de propósito general, interactivos y sensibles a propiedades globales de toda la información disponible.

El cometido principal de Fodor va a ser el de profundizar en la naturaleza de los sistemas modulares de entrada y fundamentar su distinción con respecto a los sistemas centrales. La motivación original, como ya hemos indicado, era la de explorar la posibilidad de una propuesta alternativa al enfoque dominante del <New Look>, estableciendo una demarcación precisa entre los aspectos más básicos del procesamiento perceptivo (ajenos a las influencias <top down> de creencias, expectativas, conveniencias, etc.) y los procesos cognitivos de orden superior, de los que depende, entre otras cosas, la fijación de las propias creencias perceptivas y, en general, todo tipo de inferencias no-demostrativas (o inferencias a la mejor explicación). La modularidad de los sistemas perceptivos sirve, así, para garantizar el carácter realista de la percepción (su conexión con el mundo exterior a través de los sentidos, independientemente de las creencias o los intereses del sujeto) y, a la vez, para dar cuenta del carácter inferencial/computacional de la misma (en recuerdo de las viejas <inferencias inconscientes> de que ya hablaba Helrnholtz), que permite llegar a una descripción <distal> a partir de la representación <proximal> que proporcionan los sentidos (en contra del realismo ingenuo, basado en la percepción directa, que propugnaba el enfoque ecológico de Gibson -1979-). Ahora bien, y no se cansa de insistir Fodor en ello (Fodor, 1983, 1985, 1989), dichos procesos inferenciales operan localmente, sobre información restringida a un dominio particular (son excéntricamente especializados), y de forma independiente de unos dominios a otros, constituyendo así el mosaico de facultades verticales que informarán con sus salidas a los sistemas centrales. 

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Aparte de su relevancia para la teoría psicológica, la distinción entre sistemas modulares (de entrada) y no-modulares (centrales) va a tener consecuencias importantes de carácter epistemológico, que afectarán tanto al método de la propia psicología como al método científico en general. Nos fijaremos en tres de ellas. 

En primer lugar, y tomando MM como un programa abierto de investigación empírica, Fodor es muy consciente de que la carga de la prueba recae sobre la suspuesta modularidad de los sistemas perceptivos (incluido el del lenguaje) y que ello requiere, cuando menos, establecer criterios operativos y desarrollar procedimientos que permitan disociar los efectos interactivos (toda conducta es, en último término, el resultado de una interacción) de los efectos aislados de un determinado componente mental (cfr. Pylyshyn, 1984, para ampliar este punto). A este respecto, no cabe duda de que MM ha constituido un importante acicate para el desarrollo de la metodología experimental en psicología y su confluencia con datos procedentes de otras fuentes, en especial de la neuropsicología cognitiva y de la psicología evolutiva (cfr., por ejemplo, Forster y Davis, 1984; Garfield, 1987; Kean, 1985; Holender, 1986; Mehler y Fox, 1985). 

En segundo lugar, y en función de las características propias de los sistemas modulares y los sistemas centrales, Fodor advierte que las perspectivas de progreso en la investigación psicológica van a ser de muy distinto signo (favorables, en el primer caso, y muy limitadas en el segundo), al menos mientras no se progrese igualmente en la comprensión teórica de los sistemas centrales. El gran caballo de batalla es aquí el llamado <problema del marco> frame problem), el de cómo acotar la cantidad y el tipo de información que es relevante para la actuación de los sistemas centrales (isotrópicos y quineanos) en una situación determinada. La base potencial de operación de dichos sistemas es la totalidad de la información disponible, que, al menos en el caso humano, es de proporciones descomunales para ser tratada computacionalrnente (con los modelos de computación con que contamos, sean simbólicos o conexionistas). La limitación que elllo representa para la teoría computacional de la mente se acaba convirtiendo en una grave limitación epistémica para la propia explicación psicológica. Este es el sentido de la famosa Ley de Fodor sobre la inexistencia de la ciencia cognitiva -<cuanto más global es un proceso cognitivo, tanto menos se comprende> (MM, p. 151 de la versión española)-, la cual, expresada en un tono algo mis optimista, podría formularse diciendo que podremos seguir avanzando en el conocimiento de la mente cognitiva en la medida que podamos identificar sistemas cognitivos que sean suficientemente modulares y, por tanto, suficientemente locales en su modo de operar. Mientras tanto, cabe confiar en que algún día alguien dé con la idea clave para entender de forma computacional (y si no, ¿de qué otra forma?) el carácter global de las operaciones por las que el sujeto humano, en su acontecer diario, resuelve de modo tan eficiente el problema del marco (cfr. también Fodor, 1987). 

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En tercer lugar, es importante destacar el paralelismo que descubre Fodor entre la distinción modular/no-modular de la arquitectura cognitiva y la distinción observación/ teoría que afecta al conocimiento científico en general. En MM, Fodor ya recurría a la analogía entre los sistemas centrales y los procesos de confirmación de teorías científicas, con el fin de esclarecer el alcance de las propiedades de isotropía y quineanismo de las inferencias no-demostrativas; a este respecto, también señalaba en las conclusiones del libro <que el motivo de que no haya una psicología de los procesos cognitivos centrales digna de confianza es el mismo por el cual no hay una filosofía válida de la confirmación científica> (p. 177 de la versión española). El paralelismo se completa cuando, poco después, Fodor (1984) va a insistir en la analogía entre los sistemas modulares (de entrada) y el componente observacional en que se basan, y por el que se contrastan, las teorías científicas: del mismo modo que hablamos del encapsulamiento informativo de la percepción en los sistemas de entrada, podemos hablar del carácter relativamente neutral, respecto a la teoría, de los procesos y resultados de la observación empírica. Nos encontramos, así, ante un sugerente proyecto de naturalización de la propia epistemología, donde a la larga, y en consonancia con la idea que tiene Fodor sobre la conexión entre las cuestiones filosóficas y psicológicas, es muy posible que la solución de las primeras (en este caso, acerca de la fundamentación del conocimiento científico) tenga que ver con los avances que se puedan producir respecto a las segundas (en este caso, acerca de los rasgos cognitivos del propio agente del conocimiento científico, es decir, de la mente humana en general). 

Es precisamente en ese proyecto de naturalización de la epistemología, donde van a converger las ideas sobre la arquitectura cognitiva desarrolladas a partir de MM y la otra linea de investigación, sobre el contenido mental, a la que ha dedicado Fodor tanta atención en estas dos últimas décadas. 

Tras varios intentos (Fodor reconoce que frustrados) de aproximarse al problema del significado desde la lingüistica y la psicolingüistica, nuestro autor constata que dicho problema (los temas de la semántica en general) tiene raíces más profundas que, antes o después, nos llevan a afrontar el problema de la intencionalidad, en el sentido mis amplio del término por el que Brentano (1874) se refería a la esencia de 1o mental: la propiedad por la que las entidades mentales (estados, procesos, representaciones) están dirigidas a un objeto, es decir, tienen contenido referencial. Al igual que Brentano, Fodor considera que, si hay algo que justifique la necesidad de la psicología como una disciplina independiente, es precisamente el dar cuenta de dicha propiedad. A diferencia de Brentano, que veia en ello una limitación fundamental para considerar a la psicología como una ciencia natural, Fodor se plantea el reto de naturalizar la intencionalidad, dentro de una visión materialista que haga compatible la psicología con el resto de las ciencias. En definitiva, se trata de entender cómo pueden tener propiedades semánticas las entidades físicas, cómo éstas pueden versar unas sobre otras, cómo nuestros estados y representaciones mentales (estados y representaciones de un sistema físico, el organismo vivo) representan lo que quiera que representen. Un problema, como se puede apreciar, que va bastante mis allá de aquello a lo que puedan responder la lingüística o la propia psicología (aunque sea decisivo para dar con la fundamentación de una y otra disciplinas), y que habría que situar en los confines de una especie de metafísica del significado. 

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También en este ámbito de la teoría del significado, Fodor parte del realismo intencional sobre las actitudes proposicionales (los estados mentales a los que apela la psicología popular o del sentido común) y asume la teoria RIC de la mente como la mejor alternativa disponible para dar cuenta del mecanismo implementador por el que dichos estados mentales intervienen en procesos causales (operaciones formales sobre representaciones mentales). La tarea pendiente era precisamente la de completar esa teoría de la actividad mental con una teoría de más calado sobre el contenido mental. Y completar, en dos sentidos: por un lado, en el sentido de que aquella no proporcionaba respuesta a los problemas (más de fondo) que se plantea ésta; y, por otro lado, en el sentido de que esta segunda fuera al menos compatible con lo que sostenía la primera (y de paso, con los supuestos de la psicología del sentido común). Así pues, la teoría del significado va a situarse en un nivel más profundo que el que corresponde a la teoria RIC de la mente, pero, a la vez, va a estar sujeta a determinadas restricciones derivadas de lo que reclama ésta.

La estrategia que va a seguir Fodor en esta ocasión, y que va a desarrollar a través de tres obras fundamentales (Fodor, 1987, 1990; Fodor y Lepore, 1992), es la de enfrentarse a la corriente dominante (Fodor siempre contra corriente) en la filosofía de la mente y del lenguaje, caracterizada por el así llamado holismo semántico u holismo del significado. Dicho en pocas palabras, éste vendría a afirmar que el significado de un símbolo esta constituido por sus relaciones con los demás símbolos del sistema a que pertenece; aplicado a las representaciones mentales (los símbolos del mentalés), su contenido dependería de las relaciones que puedan darse entre ellas y, en último término, del sistema global de creencias de un sujeto determinado en un momento determinado. Lo que trata de mostrar Fodor es, en primer lugar, que no hay argumentos decisivos a favor del holismo semántico; en segundo lugar, que el holismo semántico es incompatible con el realismo intencional y, por tanto, con la existencia de leyes intencionales (justificación última de una ciencia psicológica genuina); en tercer lugar, que también es incompatible con uno de los principios básicos del funcionamiento mental, que es el de composicionalidad (la semántica combinatoria del mentalés, por la que el contenido de una representación compleja depende de los contenidos de sus constituyentes y de la sintaxis por la que se combinan); y en cuarto lugar, que, frente al holismo semántico, hay argumentos que apoyan la viabilidad de una propuesta alternativa, que viene a caracterizar como atomismo informacional y que, aparte de ser compatible con lo expresado en los dos puntos anteriores, permite afrontar con unas mínimas garantías la difícil cuestión de la naturalización del significado. (La teoría atomista-informacional del significado es atomista por cuanto implica que el contenido de los símbolos primitivos del mentalés -los no compuestos y los no sintácticos- viene fijado de forma individualizada y aislada, ajena a las relaciones que pudieran establecerse con otros símbolos; y es informacional, por cuanto dicho contenido viene determinado por algún tipo de dependencia causal -nómica- que mantiene el símbolo con respecto a la propiedad que expresa, y que constituye, por tanto, su referente externo.)

Fodor va a extraer y desarrollar toda una serie de consecuencias que se siguen de su propuesta teórica sobre el contenido mental, de cara a su integración en una teoría general de la mente (Fodor, 1994) y de cara a la revisión crítica de las implicaciones del holismo en la ciencia cognitiva y, más en particular, en las teorías sobre los conceptos que han frecuentado el foro psicológico (Fodor, 1998a). No hay espacio para entrar aquí en detalles y habrá que conformarse con lo ya expuesto para derivar algunas conclusiones en torno a las relaciones entre la teoría expuesta en MM y la teoría del significado que ha desarrollado Fodor de forma independiente. Por una parte, es fácil comprobar que hay una convergencia de ambas en cuanto al objetivo a batir: el holismo en sus dos modalidades, el psicológico y el semántico, que han servido habitualmente de apoyo al relativismo epistémico, considerado por Fodor como una de las mayores afrentas a la dignidad intelectual humana (Fodor, 1990); frente al holismo psicológico (p.ej. del <New Look>, las correspondencias (o no) entre los módulos funcionales y el sustrato neuronal, o las cuestiones relativas al supuesto innatismo de los módulos fodorianos (con respecto a esto último, véase, por ejemplo, la propuesta de Karmiloff-Smith -1992- y la revisión de Fodor, 1998b). Fodor propugna un atomismo (el modular) de los sistemas perceptivos -lo que percibimos es en buena medida independiente de nuestras creencias (expectativas, intereses, etc.)-, y frente al holismo semántico (p.ej. de las teorías del rol inferencial), Fodor ofrece como alternativa el atomismo informacional -el contenido de nuestros conceptos (primitivos) es también en gran medida independiente del sistema de creencias y los procesos de inferencia-. Por otra parte, es importante advertir que, del mismo modo que al hablar de la arquitectura cognitiva se distingue entre sistemas modulares y no-modulares (centrales), al hablar en general del significado, conviene distinguir entre la cuestión del contenido mental de los conceptos primitivos y la cuestión sobre los procesos combinatorios y de inferencia por los que se elabora el conocimiento (conceptos compuestos) y se va desarrollando lo que podríamos denominar competencia semántica (nuestro conocimiento general del mundo y de las relaciones entre unas cosas y otras). Cabe suponer que, para el desarrollo de dicha competencia, hayan de intervenir los sistemas centrales y que, por tanto, aquella comparta con éstos su carácter holista. Lo que cabría preguntarse -más allá de lo sugerido por Fodor- es hasta qué punto los sistemas modulares podrían jugar algún papel en las transacciones causales mundo-mente por las que quedan fijados los contenidos atómicos de nuestros conceptos primitivos. Pero esto ya nos remite más al futuro que al pasado.

Una mirada al futuro: el programa modularista y los excesos de la modularidad

Es curioso comprobar hasta qué punto el programa de investigación que promueve MM, y que fue acogido inicialmente con tantas reticencias, ha ido penetrando progresivamente en la ciencia cognitiva, llegando en ocasiones a convertirse en la orientación dominante. Ha sido, desde luego, referencia obligada para el desarrollo de sistemas expertos en Inteligencia Artificial (IA), los mapas funcionales cerebrales de la neurociencia cognitiva, los componentes de la teoría gramatical en lingüística, o para el creciente interés en psicología por la investigación de las facultades verticales (en dominios cognitivos especializados), con aplicaciones en la psicología evolutiva, la psicopatología o la psicología social. Teniendo en cuenta los avances más significativos de la investigación cognitiva en los últimos años, parece que las predicciones de Fodor (1983) sobre las expectativas de éxito del programa modularista no andaban desencaminadas, así como también parece que el estilo de investigación <New Look> ha quedado ya bastante desfasado.

Ahora bien, lo anterior no quiere decir que el programa modularista haya mantenido su integridad con respecto a MM, o que las ideas de Fodor sobre la naturaleza y distribución de los módulos no sigan siendo objeto de intenso debate, o simplemente que no quede un buen número de cuestiones pendientes para la investigación futura: sobre los lindes entre módulos, la posibilidad de ampliar la relación de módulos a los sistemas de salida y a algunos sistemas más <<centrales>> las correspondencias (o no) entre los módulos funcionales y el sustrato neuronal, o las cuestiones relativas al supuesto innatismo de los módulos fodorianos
(con respecto a esto último, véase, por ejemplo, la propuesta de Karmiloff-Smith -1992- y la revisión de Fodor, 1998b).

 Quizá el aspecto más destacado de la discusión actual sobre la modularidad de la mente tiene que ver, paradójicamente, con los excesos modularistas, es decir, con el intento de considerar que toda la mente es modular (la así llamada tesis de la <modularidad masivaEsta es una de las tesis que conforman el movimiento que se ha venido gestando en la última década (desde los trabajos de Cosmides y Tooby -1992, 1994- hasta los <bestsellers> de Pinker -1997, 2002-) bajo la idea de una <<nueva síntesis>> para la teorización psicológica, y que englobaría, además, la tesis innatista, la teoría computacional de la mente y la perspectiva evolucionista. Así al menos es como el propio Fodor (2000) retrata esta <Nueva Shyntesispara convertirla en el objeto central del análisis critico que emprende en su obra más reciente, titulada The mind doesn't work that way (en referencia directa al titulo del libro de Pinker -1997- How the mind works).

En esta obra, Fodor comienza por manifestar su gran perplejidad ante la actitud de inmoderada euforia que cree observar en todo este nuevo movimiento respecto a la solución efectiva de los viejos enigmas de la ciencia de la mente; euforia que le parece totalmente injustificada, al comprobar el escaso progreso realizado -y las dificultades que sigue habiendo- en el abordaje de algunos temas decisivos para la comprensión de lo que hay de más inteligente en la mente humana: su capacidad abductiva, es decir, la que subyace a los procesos típicos de los sistemas centrales (inferencias no-demostrativas, razonamiento analógico, confirmación de creencias y de teorías, y, en último término, lo que se suele entender por sentido común). Son precisamente aquellos procesos que, como bien se precisaba en MM, constituían un límite para la modularidad por su carácter globalista (isotrópico y quineano) y que, por lo mismo, constituían un limite para el tratamiento computacional, al menos por los medios que hasta ahora nos proporcionan los modelos computacionales al uso (tipo Turing o tipo conexionista). No es de extrañar, por ello, que sean también los procesos respecto a los cuales el progreso en IA ha sido prácticamente nulo. El problema con la abducción -tan característica de nuestra forma de pensar- no es otro que el ya mencionado problema del marco, donde un sistema tan informativamente cargado como el nuestro se ve enfrentado continuamente con la necesidad de distinguir la información relevante de la no-relevante para la realización de una tarea determinada. La ventaja de los sistemas modulares (o de los propios sistemas de la I. A) es que no tienen ese problema, en la medida que viene resuelto por las restricciones de dominio en el que operan, impuestas de forma natural (posiblemente por la evolución) o de forma artificial (en el caso de los sistemas expertos de la I.A.).

La tarea que se propone Fodor en su última obra tiene dos objetivos complementarios: por un lado, hacer explícitos los supuestos de la <<New Synthesis>>, mostrando de forma cabal la estrecha conexión entre sus cuatro tesis fundarnentales; por otro lado, enfrentar a la <<New Synthesis>> con la realidad (y el problema)
de la capacidad abductiva humana, para cuestionar todo su planteamiento en bloque. Con respecto a 1o primero, Fodor reconoce la gran coherencia del planteamiento: Si la mente es computacional en su forma de operación (una máquina sintáctica que causa transacciones semánticas), y los cómputos son máximamente
efectivos en condiciones locales, la mejor arquitectura que conviene a la mente es la que sea masivamente modular; y si la mente es masivamente modular y, además, dicha arquitectura es básicamente innata, la mejor manera de entender su origen y fundamento es recurriendo a la selección natural, es decir, considerándola como una adaptación evolutiva. Ahora bien, para lograr esa elegante coherencia, la <<New Synthesis>> debe pagar un precio muy alto: negar la capacidad abductiva de la mente humana o, en todo caso, considerarla como un epifenómeno que se podrá acabar explicando a base del descubrimiento de mis y más módulos. Para el cumplimiento de su segundo objetivo, Fodor centra su argumentación precisamente en el tema de la modularidad, utilizando la siguiente estrategia: por una parte, trata de demostrar que las razones a priori que se suelen ofrecer a favor de la modularidad masiva no son válidas; y por otra, va a ser él quien presente, a cambio, un argumento a priori en contra de la modularidad masiva, basado en lo que denomina <el problema del input>. Muy resumidamente, la idea es que, si nos salimos de los módulos estrictamente perceptivos (cuyos inputs son los outputs de los transductores sensoriales a los que están directamente conectados), cualquier otro tipo de módulos que se postule (de salida o de tipo más <central>) requiere de un sistema no-modular previo que le resuelva el problema de identificar (seleccionar) sus inputs. Por lo tanto, todo no puede ser modular. 

Por lo demás, y aparte de la fuerza que pueda tener ese argumento <filosófico>, Fodor sigue insistiendo en que lo determinante para la ciencia psicológica es el que esté dispuesta o no a aceptar la facticidad de la abducción, como una propiedad real de nuestra manera de ser inteligentes. En la medida en que se acepte, ello supondrá el mayor reto para la investigación cognitiva en el futuro: dar con el tipo de computación que sea capaz de replicar no solo el carácter compositivo (productivo y sistemático) de la mente -cosa que ya hacen bien los modelos clásicos-, sino también y sobre todo el carácter abductivo de nuestros procesos centrales. Mientras tanto, el programa modularista podrá seguir proporcionando trabajo a 1os investigadores en el sentido expresado por Fodor (2000) en las conclusiones de su libro: <> (pp. 99-100, traducción propia.). Como se puede comprobar, una conclusión muy similar a la que se proponía en MM hace veinte años. 

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A modo de conclusión 

De manera muy resumida, se podría decir que la vida de MM ha transcurrido de forma dialéctica entre dos tendencias de la <moda> psicológica, cada una en un momento distinto: el <New Look> al principio y la <New Synthesis> al final. La primera destacaba el carácter holista de toda la actividad cognitiva y la segunda, su carácter masivamente modular. Frente a los excesos de ambas, y sus consecuencias nocivas para la teorización psicológica, el principal mensaje de MM (y de sus desarrollos posteriores) es el de que nuestra estructura mental es heterogénea, ya que está constituida por dos tipos bien distintos de componentes: los modulares y los no-modulares. De compartir éstos algo, quizá compartan el que en ambos se procesa información mediante representaciones; pero sobre la forma en que se representa y procesa dicha información, no parece que los procedimientos computacionales clásicos, adecuados para los sistemas modulares, sirvan para entender el funcionamiento de los sistemas no-modulares. No es, pues, cuestión de tirar la toalla respecto a la posible contribución de la computación al proyecto de naturalizar la explicación psicológica. Pero si de advertir de la dificultad de la misma y la gravedad de los problemas con que tiene que enfrentarse. Y no digamos si, además, se quiere naturalizar la semántica y hasta la propia epistemología. A Fodor se le podrá tachar de aguafiestas y de pesimista, pero reconociendo al menos la importancia capital de su obra para hacer de la psicología, y de la ciencia cognitiva en general, una empresa respetable en el concierto de las ciencias, abriendo nuevos caminos y mostrando los que no conducen a ninguna parte. 

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Doy las gracias a Pep Demestre por su ayuda en la detección y correcci6n de algunos errores tipográficos y de estilo. Anuario de Psicologia, vol. 34, no 4, diciembre 2003, pp. 505-571 O 2003, Universitat de Barcelona, Facultat de Psicologia

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Jerry Fodor es un teórico de la ciencia cognitiva y seguidor del programa chomskyano sobre la organización modular y computacional de la mente desde finales de los años sesenta. Fodor ha escrito un libro magro, pero robusto y valiente. Después de examinar concienzudamente los argumentos de otros miembros de la escuela, como Steven Pinker 1, que ha encolado el neodarwinismo con el programa computacional de Chomsky (la Nueva Síntesis), concluye su libro así: «De momento, lo que nuestra ciencia cognitiva ha descubierto sobre la mente es, ante todo, que no sabemos cómo funciona» (pág. 135).

¿Cuáles son las razones que ofrece Fodor por las que el programa cognitivo-computacional, que él llama modularidad masiva (MM), no es un modelo de la estructura de la mente humana? La idea de que un modelo computacional es un modelo real de la mente humana nació con las ideas del matemático británico Alan Turing (1915-1952). A él se refiere Fodor continuamente, destacando que el tipo de computación que ha servido para modelizar los procesos cognitivos es la computación Turing que caracteriza la «máquina de Turing». En 1937 este matemático 2 estableció los fundamentos de una máquina ideal que permitía computar números y funciones matemáticas. Una computación Turing es un conjunto de operaciones que combinan los símbolos (o componentes) atómicos paso a paso, formando una línea de símbolos Ln, a partir de una línea anterior Ln-1. La línea Ln+1 formada a partir de Ln no tiene relación con Ln-1. Esto quiere decir que las líneas o computaciones son operaciones locales, pues no tienen en cuenta líneas que no sean inmediatamente adyacentes.

Más tarde, en 1950, Turing 3 diseñó unas pruebas (conocidas como el Test de Turing) para demostrar cómo esta máquina (lógica), que sólo manipula símbolos, aunque no los significados, era indistinguible en su actuar del razonamiento humano. Nació así la inteligencia artificial.

Pocos años después, entre 1955 y 1960, Noam Chomsky (1928-) desarrolló las gramáticas formales, para configurar la estructura gramatical de las lenguas naturales se demostró que los lenguajes formales generados por estas gramáticas (inconsensibles, consensibles, etc.) eran –débilmente– equivalentes a distintos autómatas y éstos que podrían ser generados por máquinas de Turing. Chomsky, ya desde 1959, exigía que las gramáticas formales que describen la estructura del lenguaje natural fuesen, además de métodos de formalización, psicológicamente reales y, en último lugar, que tuviesen realidad biológica. Cuando a esto se le añade que la capacidad del lenguaje es completamente autónoma de cualquier otra y que constituye un módulo del edificio cognitivo, se obtiene la primera columna de la psicología cognitiva computacional. En los últimos diez años esta idea de autonomía o modularidad cognitiva del lenguaje humano ha sido ampliada a otras capacidades cognitivas: el razonamiento, la percepción (visual y musical), la memoria y la toma de decisiones. Se obtiene así la modularidad masiva, donde la mente resulta en un conjunto de módulos «sin ventanas». Además, algunos biólogos y psicólogos (Pinker, Cosmides y Tooby) afirman que esos módulos son una adaptación biológica, resultado de la selección natural darwiniana. Se obtiene así la segunda columna en que descansa el programa cognitivista de que se ocupa Fodor. La conjunción de la modularidad masiva con el adaptacionismo es lo que Fodor llama la Nueva Síntesis.

El principal contraargumento que esgrime contra el modularismo masivo es que el razonamiento humano, un módulo cognitivo esencial, no realiza operaciones locales o computaciones tipo Turing. Por el contrario, el razonamiento humano, esgrime el autor, es también holístico (o abductivo, como también lo llama). Esto quiere decir que es un razonamiento que tiene en cuenta el conjunto total de creencias del que razona y, en consecuencia, no se ajustaría a operaciones de computación local, paso a paso, del tipo Turing. La inferencia holística, sostiene Fodor, no resulta de la combinación sintáctica de átomos o componentes, sino de un sistema de creencias del razonador. A esto se pueden añadir otros dos tipos de razonamiento que no satisfacen la computación local del tipo Turing: la inferencia bayesiana (o probabilista) y el razonamiento borroso, que el autor no menciona. La inferencia bayesiana no es estrictamente holística, sino una función del grado de creencia subjetiva en una proposición, mientras que el razonamiento borroso se basa en que los conceptos que emplea el razonador son vagos; por ejemplo, «bajo» en la proposición «Fodor es bajo». Y, desde luego, se pueden aportar argumentos contra la modularidad masiva desde el módulo del lenguaje, que Fodor mantiene intocado como paradigma de la modularidad de la mente. Así, un efecto holístico se consigue en el reciente programa minimalista de Chomsky 4, que selecciona una derivación computacional de entre el conjunto global de computaciones. Además, el fenecido programa de la semántica generativa (activo entre 1965 y 1975) descubrió que algunas derivaciones computacionales de oraciones gramaticales necesitaban información transderivacional, es decir, información no local. Pero, además del holismo, en el módulo computacional del lenguaje intervienen otras limitaciones que hacen de la computación del lenguaje un extraño objeto. En la computación Turing, las reglas se aplican mecánica y ciegamente. En el lenguaje, las reglas están sometidas a restricciones del tipo «No muevas de la posición en que se encuentra un componente C (una frase) si hay otra frase entre la posición que se va a mover y el lugar al que se mueve C». Otra limitación de la computación gramatical transgrede palmariamente el modelo clásico de computación local, que Fodor asume para el módulo lingüístico. En la computación Turing no se obtiene más información de la que contiene el léxico de que se parte. Las operaciones computacionales son, en términos matemáticos, monótonas. El lenguaje humano transgrede frecuentemente esta propiedad. Es el caso, frecuente en la computación de la forma sonora de las frases, en que crea información nueva (sílabas, acentos, entonación) no contenida en el léxico de partida. La componencialidad del lenguaje, axioma de los programas computacionales, afirma que la forma y el significado de una frase están determinados por la combinación de rasgos primitivos (fonológicos, sintácticos y semánticos) que se componen o articulan como un mecano. Este axioma deja a la intemperie numerosas formaciones gramaticales o, de lo contrario, requiere una complejidad en la gramática que se aviene mal con la computación Turing. Pensemos en frases como (1) «Dime la hora», (2) «Sé ir a su casa»La frase (1) es una pregunta («Dime qué hora es»). La mera combinación de «la hora» con «di (me)» no resulta en una composición semántica de la que salga la pregunta indirecta. De forma parecida, el significado de (2) no se obtiene de la composición de «saber» con «ir». El significado de la frase (2) es «saber el camino a, saber por dónde hay que ir», significado que contiene más que la suma de sus partes. Es decir, de nuevo el holismo, omnipresente en el lenguaje y en el universo.

En el cuento «La escritura del dios», contenido en El Aleph, Borges acusa la presencia del holismo en el universo como una dificultad insuperable. El narrador se encuentra en una cárcel, esperando la muerte. En la celda vecina había un jaguar, cuyas manchas contienen un mensaje, que el narrador es incapaz de descifrar porque las cosas, el universo, forman una trama total: «¿Qué tipo de sentencia (me pregunté) construirá una mente absoluta? Consideré que aun en los lenguajes humanos no hay proposición que no implique el universo entero; decir el tigre es decir los tigres que lo engendraron, los ciervos y tortugas que devoró, el pasto de que se alimentaron los ciervos, la tierra de que fue madre el pasto, el cielo que dio luz a la tierra. Consideré que en el lenguaje de un dios toda palabra enunciaría esa infinita concatenación de los hechos, y no de un modo implícito sino explícito». Finalmente, aparece en el módulo del lenguaje la teleología o finalismo. Esto quiere decir que, en el modelo computacional de la gramática, las reglas o instrucciones que llevan desde los componentes iniciales al resultado final (una sílaba, una frase) parecen estar no ya ordenadas, sino guiadas por una forma ideal que impone el lenguaje tanto a los sonidos como a los conceptos y a la combinación de los componentes. Así, la forma sonora de las palabras prefiere sílabas con la disposición consonante-vocal (CV), y prefiere palabras, como sucede en español, que tengan un ritmo trocaico (CV-CV, con la primera sílaba CV acentuada), y prefiere frases que tengan el objeto contiguo al verbo del que dependen, y otras muchas preferencias universales que no tienen que ver con la computación Turing. Es posible que si, como concluye Fodor, no sabemos cómo funcionan la mente y el lenguaje, la causa de esta ignorancia sea el modularismo computacional, incapaz de alcanzar el Aleph. Y, a pesar de la valiente crítica a que Fodor lo somete, se aferra al modularismo como Moisés a las tablas de la ley. Por lo que respecta a la traducción, ésta mantiene el estilo informal del autor, norteamericano, que parece perseguir aliviar así al lector. Hay, sin embargo, dos términos del original inglés en los que el traductor ha marrado el blanco. El sustantivo fitness, de la teoría biológica darwiniana, es vertido sistemáticamente como «aptitud», a secas. Su traducción normativa, de acuerdo con el Vocabulario científico y técnico, de la Academia de Ciencias, es «eficacia biológica», o bien «eficacia reproductiva». El otro término es el adjetivo inglés relevant, que aparece traducido sistemáticamente como «relevante» y su derivado como «relevancia». Relevant significa «pertinente» (derivado, «pertinencia»). El adjetivo español «relevante» significa, según el Diccionario de la Real Academia, «importante, sobresaliente». Dada la importancia y el uso abundante de estos dos términos en el texto, la lectura se hace en estos casos incomprensible.
01/04/2004  Recuperado de: http://www.revistadelibros.com/articulos/jerry-fodor-y-la-psicologia-computacional